miércoles, 3 de diciembre de 2008
Bond vs Bond
Como era de esperar, Quantum of Solace no hace sino profundizar en la nueva imagen que los guionistas han querido darle a Bond. Un Bond para el cual su principal enemigo es él mismo, su conciencia, sus dudas, sus sentimientos... En definitiva, un oo7 que pierde parte de su imagen arquetípica para mostrarse como un currante de los servicios secretos, más vulnerable pero también más frío y vengativo. Es curioso como un personaje al que han querido darle conciencia mata ahora con menos remordimientos que antes. El antiguo Bond se deshacía de un enemigo como quien no quería la cosa, con elegancia; el actual 007 lo hace ahora de una manera tan mecánica y fría que es difícil que no aflore a la mente la imagen de un sicario.
Al margen de todo el trasfondo del personaje del nuevo Bond, las escenas de acción -que al fin y al cabo es lo que se va a ver en este tipo de películas- son más bien discretitas. Hay buenos momentos, qué duda cabe, pero otros que no están a la altura de 007. En la escena de las cuerdas todos estamos esperando que se caiga y en la persecución en lancha si alguien es capaz de imaginar el recorrido es que es experto en desentrañar laberintos.
Y por si fuera poco, la siniestra organización contra la que lucha Bond continúa vivita y coleando. Es decir, es probable que tengamos tercera parte y que 007 pase a convertirse en un culebrón.
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